viernes, 9 de septiembre de 2011

LA LEYENDA DEL CABALLERO GRIS

No cabía la menor duda: el Caballero Gris era el amo y señor de la comarca, el rey a todos los efectos sobre un territorio tan grande como el que podía recorrer con su caballo en varias jornadas, porque nadie se atrevía a poner en duda su autoridad, y su Ley... Señor de su castillo, que tenía a bien compartir con su suegro (un error del que a menudo se arrepentía), su esposa (que vivía sojuzgada a su voluntad), y sus dos hijos, un varón (que con el paso del tiempo se volvería una decepción) y una hembra (siempre la más débil)...

El Caballero Gris ejercía un importante cargo en la Corte Real: era el barbero, dentista y "médico" oficial de los Reales Bufones, y en ocasiones muy contadas, de los Consejeros... y dicen que una vez se encargó de sajar dos forúnculos en el Real Trasero, hecho tan señalado que lo había mandado ilustrar por los monjes de un convento cercano, con las palabras: "El Caballero Gris y el forúnculo del Real Trasero", que colocó en la estancia de su castillo que le servía de despacho y consulta. Tres veces por semana, pero solo con cita previa mediante mensajero y pergamino un mínimo de veinticuatro horas antes, recibía a sus acaudalados pacientes. Su mejor arma seguía siendo un preciado grimorio que heredó de su padre, y una traducción de las lecciones y remedios de Avicena. Los otros dos días de la semana se desplazaba a la corte, casi siembre los martes y jueves, aunque si se recibía un mensajero de los barones, duques, nobles y personas de alta cuna y noble condición, podía considerar un leve cambio de hábitos...

Su palabra era La Ley, puesto que él traía la mayor cantidad de los ingresos (monetarios y de influencias), pero esto cambió cuando su suegro, antiguo recaudador de impuestos, comenzó a pagar la educación de sus dos hijos... y su mujer descubrió que poseía un increíble talento para las matemáticas, y era consultada a menudo por los dueños y señores de múltiples palacios y castillos... El Caballero Gris no podía quedarse atrás, "por mi honor y por mi honra...", pues de ninguna manera podía consentir que los otros dos miembros de la familia ganasen más que él...

De carácter fuerte, dominante y decidido, era poco dado a los sentimentalismos, apreciaba la lectura, la música de juglares y trovadores, y en muchos aspectos, no era mala persona, daba grandes voces, aterraba a la familia, carecía de amigos, y los que tenía, eran por parte de su mujer... Él no lo sabía, pero estaba enfermo, y eso explicaba sus cambios de humor, su furia ciega... En su favor también hay que decir que su infancia fue atroz, que sus padres murieron muy temprano, su abuela lo maltrataba, y que recuperar el castillo familiar había sido una ardua tarea...

Más temido que respetado, y sintiéndose en el fondo tan solo, intentaba conseguir que al menos sus hijos siguieran sus pasos, dedicaba muchos esfuerzos en transmitir sus pasiones y conocimientos, que actualizaba cada cierto tiempo con reuniones de otros galenos en la Corte, o bien regresando a su alma máter, la Universidad de Salamanca...

Su hijo le decepcionó al no seguir sus pasos por pusilánime, y pese a haber frecuentado la mejor escuela de juglares, terminó trabajando de sicario para un señor feudal de otra provincia; y su hija, también fue una decepción, pero menos, pues daba clases de francés (la más reciente moda de la Corte) a los hijos de familias acomodadas...

El Caballero Gris falleció a la provecta edad de sesenta y cuatro años, tras una larga y dolorosa agonía... Pretendiendo ser un rey en su castillo, murió como un tirano enfermo, al menos, tal era la visión que tenía de él su hijo, de quien llevaba mucho tiempo distanciado por su oficio... a quien había transmitido su incapacidad de amar... Dramática herencia...

Y cuentan que su espectro vaga por por los pasillos, subterráneos y pasadizos, lamentándose en voz baja: "Si hubiera amado más... Si hubiera demostrado más cariño... Si me hubiera quitado yelmo y celada al entrar en casa... Si no hubiera tenido tanto miedo de querer y ser querido..."

Solo con el paso del tiempo, el hijo comprendió un poco mejor a su padre, al temible Caballero Gris de fulgurante cólera y pétrea armadura... puesto que llevaba el camino de convertirse en lo que más odiaba: una persona de corazón fosilizado... por miedo a ser herido... y a ser amado...

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