jueves, 30 de septiembre de 2010

LA HABITACIÓN 26

Hace algunos meses, cuando me contaron la historia de Agustina Golden y la habitación 26, no estaba muy seguro sobre su veracidad... ¿Realmente era posible que un lugar tan especial existiera en el corazón del Hospital ......?¿Era cierto lo que allí sucedía?¿O bien, por alguna razón, uno de mis "queridos compañeros" me estaba tomando el pelo? Por supuesto, esta última posibilidad era, sin duda alguna, la más viable... Aunque el paso del tiempo se encargó de darme la respuesta...


Descubriendo la habitación 26. Pero es mucho mejor empezar por el principio... Y hablaros de la habitación 26... Está ubicada en la planta alta, y en apariencia, nada la distingue, desde el exterior, de las demás... La puerta es de cartón y madera, el picaporte es curvado, y tiene una pequeña cerradura de color dorado... de estilo antiguo, es cierto, parecida a la de "Alicia en el País de las Maravillas", y se diría que desde el interior se proyecta un tenue rayo de luz... A ambos lados se encuentran otras dos puertas, sin cerradura, que de alguna manera parecen no haber sido utilizadas en mucho tiempo... y bajo las cuales también se desliza, de vez en cuando, un tenue rayo de luz dorada... ¿Os apetece entrar? Seguidme, pues...


La primera sorpresa que nos espera al cruzar el umbral es la luz... Bueno, siempre y cuando me permitáis encenderla, que de momento solo tenemos cuatro lamparitas, de las que usan los niños para no tener miedo de noche... Tapaos los ojos, el contraste es bastante fuerte... Ya está... Nada que ver con los horrorosos halógenos y fluorescentes que llevan agrediendo nuestros ojos desde que hemos entrado en el Hospital... En vez de eso, centenares de lamparitas de bajo consumo, con forma de candelabros, se expenden por las paredes, creando un ambiente cálido, de luz dorada, que te envuelve y tranquiliza... Repartidas un poco al azar se encuentra una decena de pequeñas mesas redondas, con taburetes de madera...Otra gran sorpresa es la sensación de espacio, puesto que una suave y mullida moqueta de color azul cielo se extiende de pared a pared, en todas direcciones... y compruebas que en la pared del pasillo se abren otras cuatro puertas, además de la 26, por la que hemos entrado... Sin embargo, el secreto mejor guardado es el tabique de cristal que se extiende a lo largo de toda la pared, y que a través de dos puertas de madera de boj, permiten acceder al  Jardín Japonés... Aprovechando la parte sin uso de la azotea, se ha creado un hermoso jardín, encerrado en un invernadero, y que a juzgar por lo exquisitamente cuidado, requiere cientos de horas al mes para mostrar todo su esplendor... Aunque volveremos más tarde, quiero enseñaros el resto de las instalaciones...


Si la luz le confiere un carácter especial a esta mega-habitación (la 24-25-26-27-28), su contenido también es sumamente llamativo... Pulcramente alineados a lo largo de todas las paredes, depositados en estanterías a baja altura, se encuentran decenas, centenares de peluches, de múltiples formas y tamaños, aunque predominan los osos (liderados por Boris, el oso ruso), los conejos (capitaneados por Tambor) y los elefantes rosas (incluyendo el famoso elefante rosa con pintas verdes esmeralda)... También hay un amplio surtido de muñecas (predominan las de trapo), y globos llenos de aire, y pelotas de colores de todos los tamaños... No, no  hay un solo juguete violento, ni complicado, ni que use pilas, nada de videoconsolas, ni de cosas que se puedan desmontar en pequeñas piezas... En la pared Norte (nosotros hemos entrado por la Puerta del Este) se encuentran dos objetos que atraen nuestra atención: una gigantesca pizarra de fondo verde, con un amplio surtido de tizas de colores y una frase escrita en ella (sobre la que hablaremos más adelante), y una enorme tele de plasma, junto a la que se encuentra una estantería rellena de dvd´s, que parece contener todas las películas de dibujos animados que han llegado a España desde los primeros tiempos de la Disney, y un amplio surtido de títulos que hablan del amor, la amistad, como "E.T.", "Los Goonies", "Gremlims"... Y, dentro de dos grandes arcones ubicados en la pared del Sur, encontramos decenas de almohadas con forma de ovejitas... Y por encima, una gran estantería llena de cuentos y relatos cortos para niños... Y con esto damos por teminada la visita... ¿Cómo, quieres saber lo que pone en la pizarra? Una sola frase: "La muerte es el principio."


Cuando entré por primera vez en la habitación 26, a las tres semanas de incorporarme al centro, estaba amaneciendo, y lo hice dentro de una de mis rondas como vigilante de seguridad. Me llamó muchísimo la atención el ambiente de paz, de tranquilidad, que se respiraba en ella... Esas cuatro lamparitas, y el Jardín Japonés, me hacían sentir bien, protegido, y feliz... Se lo comenté a Adrián, el compañero más accesible, en la pausa del desayuno, y me dijo: "Es normal, Luis... Si hubieras sentido otra cosa, no sé, miedo, inquietud o tristeza, eso querría decir que la habitación 26 no cumplía con su función... Y entonces sí que tendríamos un grave problema..." Con lo sumamente curioso que soy, era lógico que le preguntase "¿Y cual es su función?" Aunque su respuesta me dejó bastante inquieto: "Es la puerta entre dos mundos..." Igual que los niños pequeños, que no admiten un "No" por respuesta, empecé a pedirle más detalles, hasta que Adrián, quizás un poco molesto, me dijo... "Mira, solamente te diré que en las principales ciudades del mundo, hay habitaciones como esta, y todas ellas están a cargo de una Guardiana... Nadie mejor que ella para contarte, si le parece oportuno, lo que allí sucede... Vente a la habitación 26 esta tarde, a las 19:30, antes de comenzar el turno, y no te olvides de llevar un oso de peluche... Ella te estará esperando... Y ahora, vamos a hacer la última ronda de la noche..."


La Guardiana. Mientras volvía a casa, algo inquieto por lo que me había contado Adrián ("puerta entre dos mundos", "problemas de verdad", "Guardiana"), sentía crecer en mí la curiosidad, esa que mató al gato... y temeroso de olvidarme del peluche, hice una escala en el Vip´s y, tirando de tarjeta, compré uno de color gris y blanco, que me hizo recordar mi infancia... Después de saludar con un beso a mi mujer, que se estaba levantando para ir al trabajo, y de jugar unos minutos con Chiqui, nuestro gato, me fui a la cama...

A las cuatro y media de la tarde ya estaba en marcha, preparándome la cena, después de la escala en la ducha para ser un poco más "persona", mientras esperaba a que subiera la cafetera. Sí, lo reconozco, soy un clásico: me gusta el café de verdad, de cafetera italiana, a fuego lento en los fogones... y que esa mariconada del Nespresso se lo queden los pijos... Con una última oleada de arrumacos felinos, emprendí el camino hacia el Hospital... y la Habitación 26... después de haberme cambiado, eso sí, pues comenzaba el servicio a las 21:00.

Llevaría un par de minutos plantado delante de la puerta, observando el titilar de las luces, mientras escuchaba una levísima música de fondo, cuando escucho una voz, dulce, suave que me dice: "Adelante, Luis... Llegas muy puntual... Estoy con los osos..." Por eso, abro la puerta, y la busco... Efectivamente, está con los osos de peluche, o mejor dicho, entre los osos de peluche, porque al entrar, solo veo una melena castaña con mechas rubias cortada estilo paje, unos inmensos ojos castaños que destilan amor y tristeza y una cara, algo cansada, que me inspira ternura, y unos labios de sonrisa agradable... Cuando se levanta y se acerca a mí, reparo en la cruz gótica que lleva en el cuello, con un cordón de caucho, y una pequeña cadena de plata... Está vestida con un pantalón vaquero de peto, una camisa de leñador a cuadros rojos, azules y blancos... con algunas manchas de tiza y de pintura... y camina con los pies descalzos...

Me invita a seguirla, después de darme dos besos (compruebo que a ella también le gusta la colonia Nenuco), y nos acomodamos de nuevo sobre dos "pufs" enormes, en el rincón opuesto al territorio peluche... Me sigue sorprendiendo su aparente fragilidad, no supera el metro sesenta, y no debe pesar más de cincuenta kilos, aunque de todas formas, toda ella parecía irradiar una tenue luz blanca... Y es entonces cuando pone en marcha una venerable tetera eléctrica, que mientras hablamos nos permite degustar una taza de té negro, endulzado con miel... Y Agustina comienza a hablar, como si fuera un cuento, en los que todo es posible, después del "Erase una vez..."


Agustina y los niños perdidos... "¿Alguna vez te has preguntado por la otra vida, o directamente, si hay otra vida? Porque yo, sinceramente, es algo que ni siquiera contemplaba, hasta hace cuatro años y medio, cuando tuve el accidente... No fue gran cosa, es cierto: me resbalé en la ducha en mi casa, una de esas frías noches del mes de octubre, cuando necesitas que algo te permita alejarte de la rutina... Sobre todo, de mi trabajo como auditora en Hacienda, en el departamento de gestión del fraude... A veces resulta apasionante, puedes investigar algunas de las historias más rocambolescas, como la del falso muerto, con tal de estafarnos... Pero eso no importa... Me resbalé en la ducha, algo tan simple como eso, salvo que estaba sola en casa (bueno, con mis tres gatos consentidos), y me quedé tendida, bajo el agua caliente, durante una media hora...


Me despertó una débil vocecita, que venía del otro lado de las cortinas, nuestra bañera es muy antiguas, de esas que tienen garras de león en las patas, grifos de aspa, y una alcachofa situada al extremo de un tubo de latón... Me extrañó mucho, porque mis dos hijos, Rómulo y Xela estaban trabajando... De todas formas, me levanté como pude, para cerrar el grifo y alcanzar una toalla... Al salir, le veo... Es un chiquillo, de ojos asustados, que abraza uno de los viejos peluches de Xela, que sigue repitiendo, una y otra vez, la misma frase: "¿Eres tú la Guardiana?" Y, de forma bastante extraña, intuí cual era la única respuesta posible, es decir: "Sí"... 


En este momento del relato, no me pude contener, y le pregunté: "¿Y no te extrañó, el encontrarte un chavalito, de pie, en tu cuarto de baño, con la casa cerrada?"

"No, en cierto modo, no... quizás siempre supe que lo estaba esperando, a él, o bien a otro como él; de cualquier modo, un mensajero de los niños perdidos... Sí, enseguida supe que se trataba de un fantasma, porque era físicamente imposible que una persona pudiera entrar en mi casa de Villaviciosa de Odón... pero también porque su imagen fluctuaba, como si fuera un holograma, y tenía la fuerza justa para coger entre sus brazos un oso de peluche de Xela..."

"Entonces, ya habías oído hablar de los niños perdidos..."

"Sí, fue mi sobrina Beatrice quien me habló de ellos, de cierta leyenda urbana que se escuchaba contar a los más mayores de su colegio, sobre unas personas muy especiales, que eran capaces de encontrar y ser encontrados por los muertos, que seguían apegados a la Tierra... Normalmente, su trabajo es bastante sencillo, no olvidemos que la serie "Entre Fantasmas" está basada en hechos reales, porque a partir de los diez o doce años, los espíritus suelen ir hacia la luz... Sin embargo, con los niños pequeños, es diferente... No se puede hacer gran cosa, con aquellos espíritus que no tienen conciencia de la muerte, que están demasiado confundidos como para cruzar la frontera... y por eso se quedan en el limbo, hasta que alguien los localiza y les ayuda en su viaje..."

"Y con los niños más pequeños... ¿qué les pasa?"

"Una de las características más esenciales para poder cruzar la puerta, ir al otro lado, a otra realidad, o hacia la nada, es precisamente el tener conciencia de sí mismos, de su humanidad, de su irrepetibilidad... Los que son demasiado pequeños, los bebés, los que nacen "mal"... su fuerza vital se queda un tiempo flotando, como si fuera una pequeña esfera de luz, de esas que ves por el rabillo del ojo cuando estás muy cansado... y luego, desaparecen para siempre, reincorporándose al ciclo de la vida, de la tierra, del sol... Normalmente, es algo que les sucede a los niños menores de tres años..."

"¿Y a partir de esa edad?", le pregunto, mientras doy un sorbo a mi taza de té, que ya se ha quedado algo frío...

"Si tienen esa edad, se incorporan a mi clase... El orden de las cosas en el Universo implica que necesitan ayuda externa, para asumir la verdad de la muerte... y de la vida... Por eso, en cuanto aparece uno nuevo en la clase, intento que se sienta bien, a gusto, y sobre todo, sin miedo... Mi función, como la de otros muchos Guardianes y Guardianas en las principales ciudades del mundo, que siempre trabajan en habitaciones de los grandes hospitales, es poner a estos espíritus en relación con otros niños de su edad, pero en el mundo de los vivos..." me comenta, mientras sopla juguetona su taza de té, que está hirviendo...

"¿Y de dónde vienen los demás niños? Quiero decir, los que están vivos...?"

"Todos ellos son del hospital, ya sea pacientes, visitantes, hijos de médicos o de personal del centro... Cuantos más son, mejor, porque aportan amor, carño y fuerza a algunas criaturas tan débiles, que parecen el fantasma de un alma en pena..."

"¿Y no tienen miedo? Porque yo, seguramente, lo tendría..."

"Esa es la mayor diferencia... Los niños no conocen el miedo... y les parece de lo más natural el estar jugando con amigos más pequeños, distintos, o brillantes, como dicen ellos... Y los juegos los la mejor manera de entrar en contacto, de establecer lazos, de reforzarlo..."

"Me gustaría saber cómo encuentran el camino, hacia este sitio..."

"Luis, imagínate que esta habitación es un faro, que proyecta su luz desde un acantilado... Bueno, pues la habitación 26, que por cierto ha sido preparada por la comisión de proyectos especiales del hospital, funciona de esa manera... Atrayendo a los espítirus de los niños y niñas que mueren, y no han alcanzado a comprender la vida y la muerte... sobre todo a los que tienen miedo... Es una señal que indica un refugio, un oasis en mitad del desierto... o simplemente, un lugar agradable donde descansar y relacionarse con otros niños... Y funciona en todas las ciudades del mundo, con mayor o menor publicidad o apoyo institucional... Es una verdad, incómoda, molesta a veces, pero que ha existido desde siempre, igual que los pastores de almas... Y no, no hay nada parecido para los adolescentes, porque ellos siempre son conscientes del paso de una vida a otra..."

"Agustina... ¿alguna vez has tenido miedo?"

"Te respondo con otra pregunta... ¿Qué te da más miedo a ti, los vivos, o los muertos? Porque a mí, son los vivos los que me aterran... Jamás los muertos, o los espíritus de mis niños... Trabajo con ellos todas las tardes, de las cuatro a las ocho y media... Y a veces, me quedo un rato más, si uno de mis niños tiene miedo, o está perdido, o llega tarde... Aunque por las mañanas, tengo mi trabajo en Hacienda..."

"¿Podría acomparte una tarde, y de paso conocer a todos tus niños?"

"Los tienes aquí, Luis, a muchos de ellos... A Nerea, Santiago, Fernandito, Silvia... Cierra los ojos un momento... relájate.... y ahora, cuando los abras, podrás verlos... pero solo si crees en ti mismo... y en ellos..."

Epílogo... Por supuesto, eres muy libre de creerme... o de no hacerlo... que de todas formas, me da igual... Pues al abrir los ojos, los pude ver, a todos ellos... Son criaturas de luz y cristal... Pero también, llenos de miedos... Y entonces comprendí por qué estaba allí, hablando con Agustina Golden, una de las mujeres más fascinantes que he conocido nunca... Porque faltaba un elemento en el puzzle, un catalizador, para reforzar su tarea en la Habitación 26... Un cuenta-cuentos... que pudiera dedicarle un ratito cada noche, a los niños perdidos...

Desde aquél momento, hace ya varios años, jamás he tenido miedo a los fantasmas... Mientras sigue creciendo mi admiración y mi cariño por Agustina Golden... aquella pequeña mujer, de enorme corazón, y con inmensos ojos marrones... que sirven de faro a las almas...