lunes, 13 de junio de 2011

BAILANDO CON UN HADA

Llueve... Las gotas rebotan, débiles explosiones de realidad, sobre el asfalto... y salpican una calle que no podría estar más mojada, ni siquiera convirtiéndose en el escenario de una nueva versión de "Cantando bajo la lluvia"... ¿Recuerdas aquella interpretación, magistral, de Gene Kelly? Sin embargo, aquí no hay mucho que ver... Y, aunque lo vieras, no te pararías más de un minuto...

Un pequeño cadáver se estremece con las gruesas gotas... Sus brazos y sus piernas no podrán soportar demasiado tiempo la fuerza del agua... Pero a nadie le importa... Total, seres como él, hay demasiados... y nadie se preocupa ya por los sentimientos de las hadas... Sí, es un hada quien agoniza: ha sido embestida por un coche, cuando acompañaba la gota seis mil doscientos treinta y tres, en su viaje desde las alturas... Pero ya nadie cree en las hadas, ni en el poder curativo de la lluvia, y de esa manera, se desperdician totalmente...

Todo era muy distinto, centenios antes... Cuando aquellas extrañas criaturas, relativamente nuevas en el planeta, se reunían, en noches de luna nueva como ésta, para honrar a los dioses... La magia de los círculos de setas... de los cielos de piedra... Nacieron los constructores, y llenaron la Tierra de monumentos a la Diosa Madre, de piedras que se alzaban hacia las nubes... Muchos nombres, muchas razas, pero en el fondo, la misma Diosa, la misma Vida, los viejos cultos y religiones que no fallaban... porque ellos sabían... ellos conocían las fórmulas secretas, los rituales, las invocaciones...

Y también las conocían a ellas, a las Mensajeras de la Vieja Madre... Anjanas, Xanas, Criaturas del Aire, Hijas del Viento, de la Noche, Hadas... Distintos nombres, misma función: acompañar los deseos de los Hombres, elevarlos donde reside la Diosa, y traer de vuelta las respuestas, las bendiciones... No es fácil ser Hada en estos tiempos... ¿Quién iba a saber que la verdad reside en los cuentos para niños?¿Cómo admitir, con nuestra mente racional, que si no creemos en ellas, pueden morir?

Las Hadas ya no son lo que eran, no tienen casi fuerza, se camuflan entre la lluvia para alcanzar a los mortales... Pero no están a salvo de los coches... Hace varios minutos, quizás diez, que un hada se ha estrellado contra el cristal... He frenado lo antes posible, aparcando en doble fila, y he salido corriendo, a buscarla... No pesa casi nada, sus alas de mariposa están preñadas de lluvia, y su pequeño cuerpo palpita con miedo entre mis manos... ¿Qué hacer con ella?¿Cómo sanarla?

Mas por ella no se puede hacer ya nada... Se está quedando sin fuerzas... y sólo me dice cuatro palabras... "Entiérrame... bajo el rosal..." Hay un jardín a pocos metros... Y, en uno de los pocos lugares iluminados por las farolas, veo un rosal, blanco... El pequeño, minúsculo, cuerpo del hada, pesa de repente muchísimo entre mis manos... la muerte... La deposito sobre el césped, envuelta en una hoja de hiedra que he arrancado al pasar, mientras excavo un pequeño agujero, arañando la tierra con las manos... con el ánimo pesaroso por haber causado, involuntariamente, su muerte...

El agujero es ya lo bastante profundo, deposito tu cuerpecito en la fosa, digo algunas palabras... Y me aparto, pesaroso... Me alejo por el camino, pero me detengo al escuchar un ruido extraño, al ver una luz... La imagen se quedó grabada en mi retina: donde antes había un rosal, y la tumba de un hada, veo una silueta femenina, bailando bajo la lluvia, y en los movimientos de su cuerpo intuyo otra realidad... En la media luz, preñada de sombras, veo que está ejecutando la ancestral danza, y conozco el sentido de sus pasos, de sus giros y gestos... Desde lejos, la observo, esquiva silueta de humo y carne...

¿Se ha convertido el hada en humana, ha vuelto a la vida por haber sido enterrada bajo el rosal?¿Habría pasado lo mismo si yo no hubiera intervenido en los últimos minutos de su vida? Al principio, no quiero acercarme, pues tengo muy presente que sin mi intervención, no habría muerto... Pero ella me llama, dice mi nombre en un jardín de rosas, ¿cómo lo ha sabido?... y no tengo más remedio que acercarme... y me besa... En aquél momento, pienso que no hay mujer más hermosa que ella, bajo la lluvia... mientras comienzo a bailar... con un hada...


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