jueves, 6 de septiembre de 2012

* LA PRINCESA Y EL CABALLERO

CUENTAN que hace mucho tiempo, encerrada por su padre en la más alta torre de un formidable castillo, vivía una princesa llamada Melinda. La princesa era una criatura de gran belleza, de larga y negra melena, ojos de gata, labios rojos y turgentes y cuello de garza. Todos los hombres de la corte, desde el más rico señor hasta el más humilde caballero suspiraban por ella...

A SUS VEINTIDÓS AÑOS, Melinda ya podría estar felizmente casada, mas ella trataba con igual desdén a todos sus pretendientes, afirmando que solo se casaría con quien le pudiera dar un beso de amor verdadero... Entre los más humildes, figuraba Ferrán, un joven caballero  recién llegado a la corte, con un siervo fiel y su gran caballo de guerra por todo patrimonio. Tenía por lo tanto escasos recursos pero grandes sueños, y enorme corazón. Y era tan grande su amor por Melinda que ofreció su alma a la luna llena con tal de pasar una noche con Melinda, cortejarla, y demostrarle que su corazón latía por ella con un amor profundo y verdadero.

Y CUENTAN que la luna llena se apiadó de sus sufrimientos, pues el joven caballero ni comía ni bebía, y pasaba largas noches mirando al balcón de Melinda, ubicado en la más alta e incaccesible torre del castillo. Por ello, una hermosa noche del mes de mayo, la luna tejió una escalera con sus plateados rayos, y ayudó a Ferrán a trepar por ella hasta la habitación de Melinda.

AL PRINCIPIO, la princesa se asustó por la inopinada visita de Ferrán, pero según iban pasando las horas, su corazón fue calentándose con el amor de Ferrán, y ya cuando asomaba el alba, accedió a darle el primer beso...

MAS LO QUE NINGUNO de ellos sabía era que el joven Ferrán era en realidad un sapito encantado, embrujado por una malvada hechicera, por lo que con el primer beso de amor verdadero recuperó su forma original Y la princesa Melinda, transida de dolor, le pidió al lucero del alba que la convirtiese en rana, para de ese modo ser la pareja del pobre Ferrán...

Y EL LUCERO DEL ALBA se apiadó de la desconsolada princesa, y accedió a su ruego... Desde entonces, los dos viven felices en el foso del imponente castillo... Y solo en la primera noche de la luna llena, ambos recuperan su forma humana por unas horas, y visitan al viejo rey en los salones del palacio, recordando unos tiempos, para ellos, más infelices... Y dicen que el monarca, desde aquél entonces, declaró bajo pena de muerte a las ranas especie protegida, para que ningún súbdito se comiera a su hija, a su yerno o a sus numerosos nietos...

AUNQUE OTROS CUENTAN que en realidad la princesa decidió fugarse con el joven Ferrán a una modesta casa en el lindero del espeso bosque, y que allí viven felices para siempre, y que lo de la transformación en rana no dejaba de ser una estratagema para recuperar su libertad perdida... Porque entre ellos se había obrado el milagro del amor verdadero...