jueves, 6 de septiembre de 2012

* LA PRINCESA Y EL CABALLERO

CUENTAN que hace mucho tiempo, encerrada por su padre en la más alta torre de un formidable castillo, vivía una princesa llamada Melinda. La princesa era una criatura de gran belleza, de larga y negra melena, ojos de gata, labios rojos y turgentes y cuello de garza. Todos los hombres de la corte, desde el más rico señor hasta el más humilde caballero suspiraban por ella...

A SUS VEINTIDÓS AÑOS, Melinda ya podría estar felizmente casada, mas ella trataba con igual desdén a todos sus pretendientes, afirmando que solo se casaría con quien le pudiera dar un beso de amor verdadero... Entre los más humildes, figuraba Ferrán, un joven caballero  recién llegado a la corte, con un siervo fiel y su gran caballo de guerra por todo patrimonio. Tenía por lo tanto escasos recursos pero grandes sueños, y enorme corazón. Y era tan grande su amor por Melinda que ofreció su alma a la luna llena con tal de pasar una noche con Melinda, cortejarla, y demostrarle que su corazón latía por ella con un amor profundo y verdadero.

Y CUENTAN que la luna llena se apiadó de sus sufrimientos, pues el joven caballero ni comía ni bebía, y pasaba largas noches mirando al balcón de Melinda, ubicado en la más alta e incaccesible torre del castillo. Por ello, una hermosa noche del mes de mayo, la luna tejió una escalera con sus plateados rayos, y ayudó a Ferrán a trepar por ella hasta la habitación de Melinda.

AL PRINCIPIO, la princesa se asustó por la inopinada visita de Ferrán, pero según iban pasando las horas, su corazón fue calentándose con el amor de Ferrán, y ya cuando asomaba el alba, accedió a darle el primer beso...

MAS LO QUE NINGUNO de ellos sabía era que el joven Ferrán era en realidad un sapito encantado, embrujado por una malvada hechicera, por lo que con el primer beso de amor verdadero recuperó su forma original Y la princesa Melinda, transida de dolor, le pidió al lucero del alba que la convirtiese en rana, para de ese modo ser la pareja del pobre Ferrán...

Y EL LUCERO DEL ALBA se apiadó de la desconsolada princesa, y accedió a su ruego... Desde entonces, los dos viven felices en el foso del imponente castillo... Y solo en la primera noche de la luna llena, ambos recuperan su forma humana por unas horas, y visitan al viejo rey en los salones del palacio, recordando unos tiempos, para ellos, más infelices... Y dicen que el monarca, desde aquél entonces, declaró bajo pena de muerte a las ranas especie protegida, para que ningún súbdito se comiera a su hija, a su yerno o a sus numerosos nietos...

AUNQUE OTROS CUENTAN que en realidad la princesa decidió fugarse con el joven Ferrán a una modesta casa en el lindero del espeso bosque, y que allí viven felices para siempre, y que lo de la transformación en rana no dejaba de ser una estratagema para recuperar su libertad perdida... Porque entre ellos se había obrado el milagro del amor verdadero...

lunes, 19 de marzo de 2012

UN TRAPO DE CUADROS ROJOS Y BLANCOS

Como si fuera posible hacerlo... te escribo para no olvidarte...

Lágrimas de tinta y de sal han corrido desde la última vez que nos vimos, la sal llama a la tinta, la alegría a la tristeza, y tu sonrisa a mis recuerdos...

Nos conocimos una tarde de marzo, bajo la lluvia, con mucho viento... Los dos nos refugiamos en el hueco de un portal, entre la puerta y el chaparrón...Calados hasta los huesos, intercambiamos una mirada, una sonrisa, un gesto...

Tú estabas muerta de frío, se te notaba en la mirada, en tu respiración; y por eso, te acercaste a mí, buscando el escaso calor que yo podía darte, temblabas todavía, pero menos que antes; tu hermosa cabecita, orgullosa; tu mirada, tan límpida y serena, me llevó a tomarte entre mis brazos; tu menudo cuerpo se amoldó sobre mi pecho, buscando más calor, debajo de mi jersey, bajo mi abrigo, lo más cerca de mi corazón...


Y así empezó nuestra gran historia de amor, nuestro romance imposible;dos solitarios se encuentran bajo la lluvia de marzo, en la ciudad gris; dos almas necesitadas de cariño y de amor, de comprensión y de ternura; cuando menguó la lluvia, salimos abrazados, indiferentes a las miradas, con tu preciosa cabecita rubia, y tus pequeñas patitas, tan mojadas, asomando entre dos botones de mi abrigo azul, que tanto te gusta; con una mano, te sujetaba; y con la otra, mantenía abierto el paraguas...


Hermosa gatita rubia de mis sueños, en cuanto llegamos a casa, te sequé con el primer trapo que cogí en la cocina, de cuadros rojos y blancos, que desde aquel momento se convirtió en tu talismán, tu símbolo, tu juguete; después, te puse un cuenco de leche tibia, y otro de atún en escabeche, comías con tantas ansias, que en pocos minutos te puse otra lata... ¿Quién le explica a un felino hambriento lo que puede o no comer?... Si luego descubrí que te apasionaban los mejillones picantes, los boquerones en vinagre, el queso manchego tierno, el chorizo de Pamplona, y las fresas con naranja...


Y después del alimento, la limpieza, comenzaste con tu larguísimo ritual,eliminando de tu enjuto cuerpo hasta la última mota de suciedad, barro, pelo, que te recordase a las calles, al ruido, a la soledad, a la lluvia... a la gris ciudad en la que nos encontramos, naufragos empapados... Yo me fui a cambiar, también estaba empapado después del paseo, y con la ropa de andar por casa y las zapatillas a cuadros de felpa, el típico regalo de madre para el hijo que se va a la gran ciudad, me senté en el sillón del salón, frente a la tele apagada, tranquilo... Hasta que saltaste a mi regazo, clavando las uñas en mis vaqueros, reclamando mi atención, el calor de mis manos sobre tu cuerpecito, mientras me mirabas, pidiendo mimos, y ronroneabas... dulcemente...

Unos días después, descubriste tu sitio favorito: el poyete sobre el radiador del salón... Sobre él te pasabas la mayor parte del invierno, ora mirando por la ventana hacia la calle Rioja, ora dormitando... y siempre pendiente de todo, de los pájaros, los niños, el autobús...


Muchas novias han pasado por mi piso desde aquella tarde hace ocho años, Linda, pero solamente se quedaban a pasar la noche aquellas que recibían tu aprobación, que curiosamente eran las que más me gustaban a mí, extraña pareja la nuestra, como escogiendo aquellas hembras amorosas que podrían darme lo que no podías tú, gatita linda de mis sueños... Pero cuando conociste a Eloísa, fue un gran flechazo mutuo, entre vosotras dos, tan grande, que incluso tuve celos al principio, lo confieso, por esas confidencias femeninas, por esas miradas, por los ratos que pasabas en su regazo... O cuando, años más tarde, ella hacía los patucos para el primero de nuestros hijos, que ahora tiene cinco años, y está mirando la lluvia desde la ventana del salón... Junto a ese radiador, con su poyete guateado, sobre el que tanto te gustaba pasar el otoño, el invierno, y la primavera si traía frío...


Hace casi un mes, el 28 de noviembre, te encontré muerta en tu cuna, como dormida... Y eso le dijimos a nuestro hijo Luis, "Linda está dormida, pero nos mandará uno de sus amigos, para que nos haga compañía, sobre el radiador... y en el brazo del sillón..." ¡Qué pequeña eras, Linda, qué ligera, mi gatita buena, mi gatita lista, mi gatita rubia!


Envolví tu cuerpecito en tu trapo de cuadros rojos y blancos, que tanto te gustaba, y salí, cómo no, bajo la lluvia, en nuestro último viaje juntos, paseando sin paraguas por los jardines de la Comunidad, con la lluvia enjuagando mis lágrimas, buscando un lugar donde pudieras reposar, hasta que llegase tu Resurrección en el Cielo de los Gatos... Reconocí un seto de camelias, el mismo bajo el cual tanto te gustaba pasar la tarde, con tu arnés y tu correa, tu ratón de peluche y tu trapo de cuadros rojos y blancos... Y allí te enterré, mi gatita Linda, mi linda gatita, con la pala amarilla de mi hijo, bien profundo, lejos del olfato de los perros, entre las raíces del seto florido...


Sé que cualquier tarde, o cualquier noche, en uno de mis paseos por el barrio, encontraré otro gatito necesitado de cobijo, y lo llevaré a casa, y se lo presentaré a Eloísa, a Luis, y a la pequeña Beatriz, y les diré: "Éste es un pequeño amigo de Linda, que nos lo ha mandado para que lo cuidemos, y para que nos cuide a nosotros..." Y ellos le pondrán un nombre, espero que no sea uno de esas horribles series de dibujos animados japonesas, prefiero algo más normal, como Chiqui, Gato, Minino, Despertador, Piolín... Incluso Lindo, por qué no... o Tito... se llame como se llame, ocupará un gran lugar en nuestra casa, en nuestro corazón... pero nunca será como mi gatita Linda...

NUESTRO AMADO LIDER

"Queridos niños, aprovechando que estamos en este hermoso claro del profundo bosque, que el sol primaveral calienta mis cansados huesos, y que ya habéis jugado, saltado y correteado por todas partes hasta quedar agotados, os voy a contar una historia muy, pero que muy antigua, sobre nuestro amado líder..."



- "¿Pero existió realmente?, preguntó el más pequeño...


- "¿Pero es cierto que sabía volar?", preguntó el mediano...


- "!Bah, pero si solamente es un cuento para niños!", dijo el mayor...


A partir de ese momento, el caos se apoderó del claro, todos los niños gritaban y reían a la vez... Pero el abuelo puso en práctica un viejo truco: se quedó completamente callado, imperturbable, hasta que de nuevo, reinó el silencio... Una pequeña vocecita dijo: "Abuelo, por favor, cuéntanos la historia..." Y entonces, con una cansada sonrisa, él responde: "Está bien, está bien, pero escuchad con atención, que la tarde avanza, y tenemos que estar en casa antes del ocaso..."


Y con estas palabras, en medio de un silencio respetuoso, el anciano cuenta su historia...


"Eran otros tiempos... Yo estaba en patio del orfanato, con los demás chavales, jugando al tú-la-llevas, al escondite, a las carreras, a nadar... Vamos, cosas de chicos... También nos gustaba pelearnos, y a veces, nuestros juegos terminaban con la muerte de uno de nosotros... lo que tampoco es raro, por las carencias tan brutales de nuestro sistema educativo, y la falta de figuras paternas... Fue durante una de esas peleas cuando Él nos separó, y nos dijo: "¿Acaso no os dais cuenta de que toda vuestra agresividad, toda vuestra energía, podéis utilizarla de una manera más constructiva? ¿No veis que de esta manera, vuestras muertes serán en vano, que nadie os recordará, que nadie pondrá flores en vuestras tumbas? ¿No sería mejor dedicar el tiempo libre, en hacer cosas más importantes para vuestra vida, como por ejemplo, aprender a defenderos?"

Esa misma tarde, comenzamos los entrenamientos, en un lugar secreto... Sólo eramos 103 alumnos, los más rápidos, ágiles y veloces... Al principio, todo era más sencillo: maniobras para derribar al enemigo, técnicas de estrangulación, barridos de las piernas, proyecciones por encima de la cabeza, vamos, todas aquellas técnicas especiales, que han dado lugar al Arte Marcial Suprema que todos practicamos, incluso ahora...


Al crecer, nos convertimos en sus más fieles seguidores, pero ya eramos más de 300 soldados, perfectamente entrenados y motivados, para seguir, obedecer, defender y temer a nuestro Líder. Del mismo modo, los castigos por incompetencia manifiesta, traición o desobediencia eran implacables: muerte por descuartizamiento, y abandono de los restos a las alimañas. Mejor preparados, más motivados, y más fuertes que las demás bandas, nos hicimos con el control primero del orfanato, luego del barrio, y, finalmente, de la ciudad entera... Sí, hubo muchísimos muertos, y no solamente exterminamos a los combatientes, sino también a aquellos de sus hijos que no servían para la lucha... De la anarquía, pasamos al Orden... Pero nuestra economía, el incremento de nuestra población (derivado de la mayor seguridad y fortaleza), la disminución de nuestras reservas de agua, y sobre todo nuestra forma de ser y de pensar, hacían imprescible una nueva guerra...


Una mañana de verano, con nuestro líder al frente, nos pusimos en marcha... Casi 1000 soldados, en el mayor despliegue militar de nuestra historia, con armas, porteadores, y un mínimo de vituallas... Alcanzamos nuestro objetivo a medio día... Mientras la mitad de nuestras fuerzas atacaba de frente, la otra mitad se adentraba en las marismas, para buscar ese camino secreto que nos permitiría burlar las defensas del enemigo... Gran parte de la batalla tuvo lugar en las marismas... Tomamos el baluarte, y exterminamos a todos los enemigos, incluyendo a sus mujeres e hijos... Pues, además de la falta de agua, necesitabamos comida... De los centenares de cuerpos despedazados en la tierra y en el agua, en un par de horas no quedaba nada...


Esa fue la mayor victoria, pero hubo otras muchas... Nuestra superior preparación nos hacía casi invencibles en la tierra y en el agua... Las poblaciones capitulaban por temor, aunque de todas formas, todos los machos eran devorados, y sus mujeres se convertían en nuestras esclavas... Todo parecía indicar que nuestro Amado Líder era invencible, y que nosotros le seguiríamos hasta los confines de los territorios conocidos... Su poderosa voz, la sabia utilización de luces y sombras, los estandartes, los cánticos, creíamos casi que era Inmortal...


Pero una mañana, desafió a los Dioses, y trepó a lo más alto de la Colina Prohibida, para que sus leales tropas pudieran verlo antes de la siguiente batalla... Una sombra se lanzó sobre él desde lo alto, sin que nadie pudiera intervenir... Desapareció, sin un grito, algunos dicen que subió al Walhalla, pero que volverá algún día... Con su muerte, terminó la Interminable Guerra... y también nuestra Supremacía..."



- ¿Y qué pasó en realidad con Nuestro Amado Líder, abuelo? ¿Realmente subió a los cielos?


- No, hijos míos, no... Cuando subió la Colina Prohibida, se convirtió en un blanco privilegiado para una gran garza gris, que lo devoró de un solo bocado... Tanto tiempo como Amado Líder, que se creyó Dios... olvidando que, a fin de cuentas, no era más que una gran Rana Toro, formidable luchadora, hábil organizando... pero de todas formas, una rana..."

CLAUDIA, BELARMINA Y MAITE

Erase una vez una niña...

Solo en los cuentos, las relaciones con los humanos tienen un final feliz... Solo en algunos casos muy concretos, los perros abandonados encuentran un segundo hogar, alguien que les quiera, les devuelva la confianza y la fe en esos animales de dos patas y demasiado ego... Solo en condiciones de extremo peligro, y de amor despedido, puede un humano ponerse delante de una potencial amenaza para su mascota... Y tal vez en esta historia se den todos aquellos factores, y algunos más, que nos devuelven algo de confianza en el autodenominado Rey de la Creación...

Todo sucedió en una antigua explotación agrícola basada en la sangre y el exterminio, muy parecida a ésta donde residimos... Los humanos habían alcanzado una extraña alianza con la Madre Naturaleza, al rechazar en su alimentación cualquier tipo de alimento que procediera de los demás seres vivos, aunque se permitían el consumo de huevos y de leche: eran por lo tanto ovolacto-vegetarianos, un colectivo que, junto a los veganos, más está luchando por los derechos de los animales. En aquella granja vivía una pareja de bípedos, Adán y Mafalda, junto con sus dos cachorros: una hembrita llamada Claudia, y un varoncito que ya estaba cambiando la voz (Sebastián). Ellos eran gente de ciudad, de los que no se preocupan nada del medio ambiente, contaminan con sus coches, polucionan el agua con pesticidas y vertidos, y envenenan el aire con mil contaminantes... Y es muy posible que hubieran seguido de aquella manera el resto de su vida, ajenos a todo el sufrimiento animal y terrestre que estaban provocando... hasta que enfermó Claudia...


De un día para otro, la cachorrita se cubrió de una tremenda erupción rojiza, al mismo tiempo que experimentaba fuertes dificultades para respirar y tragar. La llevaron corriendo al veterinario de humanos y, tras esperar más de dos horas en la sala de Urgencias, la llevaron a una especie de cortina con una superficie de reposo, y empezaron a hacerle numerosas pruebas, al mismo tiempo que le ponían una mascarilla sobre la cara. Claudia estaba muy nerviosa al principio, pero el suave gusto del oxígeno la ayudó a relajarse primero, y después a quedarse dormida, mientras sus padres y el médico hablaban... "Trastorno autoinmune... causa desconocida... alergias múltiples..."


Comenzó entonces un nuevo tipo de calvario para Claudia: el internamiento, durante casi un mes, en el Hospital, donde empezaron a hacerle mil y una pruebas... de test de alergias... de frotamientos y parches... Y los resultados fueron descorazonadores para los padres: Claudia había desarrollado una multialergia a los tejidos sintéticos, los plásticos (casi todos), la práctica totalidad de los conservantes alimenticios, y sobre todo, numerosos contaminantes atmosféricos, producto de la combustión de los motores de los coches, las calderas de los edificios... Ni siquiera los inhaladores y cortico esteroides más avanzados le servían de gran ayuda en una de sus crisis... La única solución, a falta de un tratamiento más efectivo, no era en apariencia demasiado viable: abandonar la Gran Ciudad, y mudarse bien al campo, o bien al borde del mar, en cualquier lugar lo bastante aislado para que su vida no corriese peligro...


Descubriendo "La Xana"


No, esta no es una de tantas historias de chica de ciudad se va al campo para salvar su vida... al menos, no del todo.... No hubo una ruptura completa con la ciudad, al menos, no al principio... Adán y Mafalda eran personas normales, ni ricas ni pobres, pero con una gran suerte: el que podían trabajar desde casa, tanto en la agencia de creativos publicitarios como en la traducción de libros del sueco al español... Una vez tomada la decisión de irse de Madrid, pues la vida de Claudia estaba en juego, solo faltaba decidir el "dónde"... La solución la obtuvieron de un escritor jubilado, amigo desde hace muchos años, quien les propuso arrendarles una pequeña granja que tenía en Asturias, muy cerca de Llanes, con algunos animales: un par de gallinas, un par de terneras, una vaca, un perro, un gato, y un par de ocas... Con el compromiso de cuidar de todos ellos y no permitir que se les hiciera mal alguno, Luis Rodríguez les entregó las llaves de la granja, que en aquellos momentos estaba cuidando un vecino (Vicente), y se separaron un cuatro de abril...


El viaje no fue especialmente complicado, pues los dos se turnaron para conducir, y a medida que iban dejando atrás cualquier tipo de rastro de la ciudad, el estado de Claudia mejoraba... A las dos horas, ya no necesitaba la bombona de oxígeno para ayudarla a respirar... Según iban pasando las horas, pues se trataba de un largo viaje, la cachorrita se iba sintiendo mejor... Cuando pararon en el Puerto del Escudo y salieron a dar una vuelta y admirar el paisaje, ya respiraba con total normalidad, y su piel había recuperado un aspecto mucho más saludable... A las siete y media de la tarde, alcanzaron su destino, la pequeña granja, entre la montaña y el mar: "La Xana", a secas...


El acceso se realizaba desde la carretera principal, a través de un pequeño sendero de tierra apisonada, que parecía abrirse paso en medio de los árboles, y por el que cabía solamente un coche (y no demasiado ancho). Después de conducir en silencio por el medio de la floresta, de repente, te encontrabas en medio de una parcela de unos mil metros cuadrados, limitada por tres de sus lados por un muro de piedras superpuestas, y en el cuarto, por el mar... Un estrecho sendero permitía descender hasta la playa, de rocas y gravilla, con varias enormes piedras cerca de la orilla, que se convirtieron en uno de los lugares favoritos de Claudia, durante aquella extraña primavera... Pero la mayor sorpresa fueron las propias instalaciones, ya que se habían restaurado completamente el edificio principal, formado por una planta y un tejado abuhardillado, en la que se encontraban la vivienda propiamente dicha, una gran despensa, y una zona para curar los quesos. Respetando la estructura original, la mitad del espacio estaba dedicado a una mezcla de salón y cocina, con gran chimenea incluida, y en una habitación aneja se había preparado un pequeño despacho para Adán y Mafalda... Misterios del Multiverso, a pesar del aislamiento de la granja, la señal de internet era perfecta... La buhardilla se destinaba a los cuatro dormitorios...

También había un establo, igualmente construido con recios bloques de piedra, y en él se encontraban los animales, que ciertamente estaban muy nerviosos, porque se habían acostumbrado a los cuidados del payés que los había acompañado durante los últimos años... Sin embargo, con la ayuda de Vicente, el vecino jubilado (que por otra parte seguiría visitándoles frecuentemente), los animales comprendieron que tal vez aquellos humanos eran diferentes de los demás... y la simple observación de su dieta les permitió comprobar que sus preferencias alimenticias se orientaban principalmente a los vegetales que cultivaban en su huerto, y a ciertos derivados de la leche...

Coqui y Blas, los perros, mostraron su aprobación tras un prolongado olfateo de absolutamente todas las pertenencias de los recién llegados, y prácticamente derribaron a la pequeña Claudia con todas sus muestras de afecto... Missi y Chiqui, los gatos titulares y expertos cazadores de ranas, ratas y topillos, tardaron más en dejarse seducir por los humanos... aunque apreciaron muchísimo las "pequeñas-latitas-doradas-de-ambrosía" que les pusieron a la hora de cenar, y terminaron pensando que "no estaban del todo mal" aquella misma noche, mientras contemplaban las llamas de la chimenea... desde el regazo de Sebastián, a quien adoptaron desde el primer momento como macho alfa... Las gallinas, Juanita, Puri y Rita, no tenían tiempo para ocuparse de "los nuevos amos"...

De todas formas, aquella noche, pues ya eran cerca de las doce cuando terminaron de colocar sus escasas pertenencias en las habitaciones y en la despensa, era demasiado tarde para seguir visitando la granja... y para descubrir a sus tres últimos habitantes, que aguardaban pacientes en el establo...

Claudia y Belarmina.... (y Maite)

Cuando Claudia se despertó aquella mañana, no estaba muy segura de dónde se encontraba, puesto que el conjunto del viaje no era más que una mezcla de sonidos, imágenes vagas, y sobre todo, de aromas... Tal vez fuera precisamente la ausencia de ruidos artificiales lo que más llamó su atención, puesto que ya no había otro murmullo aparte de la eterna canción del mar en la playa de guijarros, o del viento que se filtraba a través de los cercos de las ventanas... Era el típico día primaveral asturiano: una fina niebla lo envolvía todo, y aunque no era demasiado fría, es cierto que alteraba en buena medida las percepciones de los recién llegados... Pero el aroma que sacó a Claudia del sueño, antes incluso de que el maléfico despertador se hiciera oír, fue el café recién hecho, y el de pan caliente recién horneado... Vale, es cierto que una niña de once años no debería tomar café con leche para desayunar, pero tampoco deberían comer tanta bollería industrial, ¿verdad?


Ya son las once de la mañana cuando Claudia sale al patio y, pasito a pasito, alcanza el establo... Tal vez, otra niña se habría asustado de los olores que flotaban en el aire, mezcla de pienso, humedad, estiércol; o de su oscuridad... pero a ella no le importan ese tipo de cosas... Sus padres le han comentado que hay tres criaturas maravillosas en aquél establo, y que están esperándola para presentarle sus respetos... Y sin embargo, cuando de un cariñoso topetazo termina encima de un montón de heno, y un enorme hocico, cálido, al que va unido un cuerpo aún más cálido y enorme, no tiene ningún miedo... Es más, se siente protegida, amparada por aquella criatura tan grande, a la que no puede ver... Sabe que hay otras, de menor tamaño, Clotilde e Isabel, pero no le interesan tanto...


Aquél fue el primer encuentro de Claudia y Belarmina, la gran vaca Holstein de la cual obtenían la leche cada mañana, y en cierto modo es el final de nuestra historia, pues el resto, todos lo conocéis... Gracias a la gigantesca paciencia de Belarmina, la niña se fue acostumbrando a su nuevo entorno, y a moverse por él con seguridad... Una extraña comunicación, más allá de las palabras, y basada en el cariño, se instauró entre las dos... En lo único que no estaban de acuerdo era en los paseos por la playa: Belarmina siempre argumentaba que "los caminos de cabras no están hechos para las vacas... por eso somos vacas..." Por eso me tocaba a mí, como siempre, acompañarla en su deambular por la orilla...


Durante aquella primavera, Claudia no salió prácticamente de la granja puesto que, aunque su sistema inmunitario se restauraba lentamente, no les parecía demasiado adecuado el exponerla de nuevo a las toxinas del mundo urbano... Además, por sus características especiales, podía estudiar tranquilamente en casa... Sebastián se incorporó a mitad de curso al instituto de LLanes, y su carácter extrovertido y su gran altura y fortaleza le permitieron convertirse en la estrella del equipo de baloncesto local... Adán continuó con sus colaboraciones en la agencia de creativos, y también estableció contactos con distintas agencias asturianas... Mafalda descubrió que, al margen de sus traducciones del sueco y del inglés, le interesaba mucho la adaptación de los platos tradicionales a su estilo culinario... y ha comenzado a publicar un blog sobre el tema...


Y yo... bueno... He intimado bastante con Coqui... y estamos esperando cachorros... Al final, ha resultado que no era el brutote desalmado que yo pensaba, sino más bien el típico asturiano serio y taciturno, pero de gran corazón... Mi nombre es Maite, y soy el perro lazarillo de Claudia... Aunque desde que se mudaron a "La Xana", ella es posiblemente la única criatura del mundo que tiene a una inmensa vaca Holstein de lazarillo...