sábado, 17 de julio de 2010

EL DRAGÓN Y LA CÁRCEL DE AGUA



No te limites a creer solamente en lo que ves, ni siquiera en todo lo que te dicen los sentidos, porque de lo contrario, te perderás algunas de las cosas máshermosas de la Naturaleza…

¿Ves aquella roca, con forma de Tortuga, que destaca contra el horizonte? ¿Te gusta? ¿Y si te digo que en realidad es un fiero dragón, que sigue esperando a su amada inmortal?

Cromlech, un feroz dragón de la estirpe de Herensuge, se dedicaba con gran esmero a sus funciones habituales: cazar y comer caballos, burros, y de vez en cuando, raptaba a seres humanos, solo para divertirse… ¡Y pobre del que cayera en sus garras!

Pues su mayor placer lo obtenía no de su carne, que encontraba “tosca y zafia para el paladar”… No… su mayor divertimento era someterlos a mil torturas, como la gota china, pero su favorita era aprisionarlos bajo una gran roca de su cueva, y lamer las plantas de sus pies, una y otra vez, con su enorme y cálida lengua dragonil… hasta que muchas veces les fallaba el corazón… Y se morían, literalmente, de un empacho de risa…

Otra de sus aficiones era alimentar a los demás animales, que estaban muy por debajo de él en la pirámide de la evolución, y en cierto modo, los consideraba sus mascotas, y de vez en cuando, se dedicaba a coger algún humano, casi siempre un caballero bien armado, alzarlo por los aires hasta casi su límite de vuelo, y luego, soltarlo en una zona adecuada, para escuchar sin problema el sonido de la coraza al partirse, como si fuera un abrefácil, dejando al descubierto las entrañas, y las vísceras, y un mar de sangre y carne, para deleite de todos los carroñeros y cazadores…

Tal vez por aburrimiento, siempre intentaba que el cuerpo quedase empalado en una aguja de piedra, y en aquellos momentos tan especiales, disfrutaba, como un niño pequeño, con su gran puntería…

En el fondo, no era un mal dragón, el amigo Cromlech, y tenía su corazoncito, aunque fuera de piedra, no era culpa suya el no haber tenido un Atreyu que le hiciera compañía en una historia interminable, que le diera mimos y a la vez, ni como Muschu, el dragón guardián de una chica muy especial… Comer burros y caballos, secuestrar y torturar a seres humanos, algo de lectura (los misales que
le quitaba a los abades y priores y preceptores), un poco de música con los cascos de los muertos, y sus inmensas siestas, que duraban meses…

Todos sabemos que los dragones necesitan comer grandes cantidades de piedras de fuego, para que no se apague la llama que late en su pecho, mas con el paso de los años y las centurias, a Cromlech le costaba más el conseguirla, pues los humanos, que al final se enteraron de tan terrible secreto, comenzaron a explotar por sí mismos las canteras, con grandes esfuerzos, y arrojar las piedras a los más profundos lagos, pues todos sabemos que los dragones no pueden nadar ni bucear, siendo el agua enemiga del fuego…

¿Y qué le pasa a un dragón si se le apaga la llama? Se muere… Y algo parecido le sucedió a Cromlech, quien a la edad de dos mil trescientos sesenta años recibió la visita de otro dragón, y le dijo que “a seiscientas veintidós horas de vuelo, rumbo Norte, hay una muralla entera de piedras de fuego, que construyeron los antiguos, fue abandonada, y nos la estamos comiendo, ven si quieres, la llaman “el Muro de Adriano”, y nos puede alimentar a todos…” Pero él no quiso moverse, no podía hacerlo, pues en aquél desolado paraje, se hallaba su primer, único, y verdadero amor…

Se conocieron casi al azar, pues Cromlech jamás le prestaba atención a la laguna, ¿para qué? si los dragones, como todo el mundo sabe, no beben… Como mucho, mastican alguna corteza de árbol, o se tragan la sangre de sus víctimas, caliente… Pero aquella mañana de mediados del mes de octubre, al pasar por el borde de la laguna, descubre, asombrado, otro par de ojos, negros, profundos, fascinantes… enmarcados dentro de la más hermosa cara de dragona que jamás ha visto en toda su larga y azarosa vida…

Y él la mira, hechizado, intenta alcanzarla, y no puede, y entre suspiros, sus quejumbrosas voces, surge una nueva historia, que habla de un hechicero humano, mitad druida, mitad exorcista, mitad cabra, que los hechiceros pueden tener muchas mitades (como todo el mundo sabe) había utilizado el conjuro “petrificatus totalis” y el “aveda kedavra”, a la vez, para inmovilizarla mientras comía una cabra de aperitivo, y una extraña poción secreta pariente de la “multijugos pottericus”, para licuarla y encerrarla en la tumba de agua, que procede de un manantial perpetuo… que nunca se seca… (por eso lo llaman perpetuo)

Y allí permanece desde hace cuatrocientos años… Y por ella Cromlech se ha petrificado pues, cansado de mil intentos por salvar a su dragona, Laura, de la tumba de agua, tras haber intentado llenarla de cadáveres en su verano más sangriento, y evaporarla con sus poderosas llamaradas, agotado y sin fuerzas ni esperanzas, con su último latido se ha convertido en piedra, y ella, sigue prisionera por siempre de aquella maldición…

Mientras jura terrible venganza eterna contra toda la humanidad… y tal vez la consiga, pues su prisión de agua solo es eficaz mientras haya líquido en la laguna y no se seque la fuente ni el acuífero que la alimenta… aunque están hablando de una nueva urbanización, ingenieros, aparejadores y paisajistas están haciendo modelos, muy bonitos, del nuevo aspecto… Sin saber, por supuesto, que una dragona muy pero que muy cabreada está presa en las profundidades de su cárcel, y el mundo no está preparado para su regreso…

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